La barba es el pelo que crece sobre el mentón (barbilla), el cuello y los pómulos y bajo el labio inferior del hombre.
A lo largo de la historia y en las diferentes culturas, los hombres con vello facial han sido atribuidos varios y distintos atributos tales como la sabiduría, la potencia sexual, el estatus social, como también la falta de higiene o refinamiento y una disposición excéntrica. En algunas religiones las barbas son consideradas de importancia.
Tras haber sido despojadas de su sentido estético durante las primeras décadas del siglo XX, las barbas, junto con el cabello largo, fueron reintroducidas al mundo occidental por los hippies. Actualmente (comienzo del siglo XXI) las barbas largas son rara vez vistas entre hombres jóvenes occidentales.
La barba se elimina comúnmente mediante el afeitado.
A menudo se combina la barba con el bigote, que es el pelo que crece sobre el labio superior.
En ocasiones también se recorta, procediendo a rasurar partes de los pómulos y el cuello.
Como anteriormente se ha dicho, la barba tiene gran importancia en muchas culturas, sobre todo en el pasado. Por ejemplo, entre los celtas la barba constituía un signo de virilidad y libertad, ya que los esclavos eran obligados a recortársela. Se sabe que los pueblos germánicos también tenían en alta estima la barba al igual que los celtas. Fueron los romanos en su expansión los que comenzaron a extender la costumbre del afeitado, puesto que los soldados eran obligados a ello por las ventajas que conllevaba (se evitaba que el enemigo pudiera dar un tirón de la barba en la batalla), y dado que el Imperio Romano era una sociedad militar, pronto la mayor parte de los hombres del imperio tomaron la costumbre del rasurado facial. En la Edad Media, cuando los germanos invadieron los antiguos territorios romanos, volvieron a poner de moda la barba, aunque a partir de este momento sería cuestión de simples modas. Por ejemplo, en el siglo XVI era muy común que los hombres tuvieran barba, mientras que en el XVII y XVIII la moda consistió en afeitarse. Ya en el siglo XIX muchos volvieron a dejar de rasurarse, pero la gran mayoría sólo lucía un bigote. El siglo XX trajo al fin el formalismo de afeitarse. Hoy en día el uso de la barba se atiene sobre todo a la moda.
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