14 de mayo de 2008

Limosnas: el negocio del engaño

Piden dinero para apoyar a desvalidos, obtienen jugosas ganancias que nadie sabe a donde van a parar

Rafael Martínez


Casi desapercibida, en Matamoros la “industria de la limosna” se ha convertido en un jugoso negocio para unos cuantos vivales que apelan al buen corazón de transeúntes y automovilistas en busca de monedas que lejos de ir a parar a minusválidos, se quedan en sus bolsillos.
Con un parche en el ojo, con un brazo enyesado o con un botecito o ánfora, decenas de hombres y mujeres “asaltan” la buena voluntad de los matamorenses y visitantes.
Una investigación encubierta de EXPRESO reveló que los principales cruceros de la ciudad están saturados de todo tipo de pedigüeños, desde los que venden paletitas a cambio de ayuda para asilos, organizaciones de dudosa procedencia y hasta los que solo estiran la mano pidiendo un peso para un taco.
Caracterizado, el reportero se dio a la tarea de demostrar cuan lucrativo es el negocio de la limosna, y la falta de control de las autoridades de los tres niveles que existe sobre esta actividad que todos los días crece en practicantes.
Con un parche en el ojo, ropa desarreglada, lentes oscuros y una buena dosis de cinismo, se apostó como otra docena de vendedores y limosneros en el cruce de Manuel Cavazos Lerma y Calle Sexta.

EL CIEGO EN EL PERIFÉRICO

Era el sábado 3 de mayo, recién pasada la quincena, pero el inicio no fue muy bueno, los nervios le ganaban y el resto de los pedigüeños prácticamente se habían apoderado del crucero.
Uno de sus “competidores” que dijo llamarse Alejandro Nolasco y de acento chilango, compartió su experiencia para competir por las limosnas:
“Tienes que acercarte de ped…, la raza se va apenas ve que te acercas, llégale rápido y sobres, porque sino no la vas a hacer camarada”, le recomendó.
Alejandro le comentó que lleva al menos dos años viviendo en Matamoros, que a veces pide dinero bajo el pretexto de que lo echó la migra y busca regresarse a su tierra, pero que la mayoría de las ocasiones vende cualquier chuchería, como en esta temporada en la que ofrece cuadros.
“Nombre vender cuadro es lo que más deja, yo apenas fui la semana pasada a México para traerme más de 1 mil 500 posters, fíjate nomás pa’ que te eches un quemón llevo casi 30 mil pesos invertidos y pues horita nomás quiero juntar para 100 triplays que necesito, sácale cuentas de a 100 pesos cada uno”, presumió.
Ya más acoplado a la calle, luego de varios intentos sin éxito vinieron las primeras monedas: “Que Dios lo ayude joven”, era el rezo de las almas caritativas para el falso ciego.
Aunque también hubo quienes le cerraron el vidrio de la ventana antes de que siquiera se acercara a pedir limosna, o los que lo criticaron porque a una edad tan joven todavía podía superar su problema y valerse por si solo.
“No mijo, estás muy joven como para darte, necesito más yo que tú”, le dijo un anciano que desde un Volkswagen se negó a darle ayuda.
Pese a los problemas de la primera vez, el reportero logró reunir en poco más de dos horas 92 pesos y varias monedas americanas que juntas sumaron 1.75 dólares.

DÍA DOS, EL REGRESO DEL CIEGO

Con la experiencia de un día antes, el domingo 4 mayo, el “ciego” volvió al crucero, con el sol aplomo y decidido a vencer la pena, retomó su lugar en el Bulevard Cavazos Lerma.
Esta vez en el sitio también trabajaban vendedores de flores, dos pequeños de aspecto “menonita” vendiendo gorditas de harina y otras frituras, así como personal de otras “organizaciones” de ayuda que con botes en mano le hicieron la competencia.
Luego de casi tres horas, había logrado reunir apenas 87.50 pesos, por lo que con la piel “tostada” por el intenso sol, el equipo de investigación que incluyó a un fotógrafo situado todo el tiempo en el puente peatonal y sus alrededores decidió tomar un descanso.
Tras una hora de receso, y dos más de estirar la mano, suplicar unas monedas para ayudarse porque supuestamente no puede ver, el botín fila fue de 113 pesos.
Era evidente que las organizaciones de ayuda lograban convencer más a los automovilistas que un hombre de aspecto saludable, sólo con los ojos cubiertos por unas gafas oscuras.


UNA ORGANIZACIÓN "PATITO" MÁS

Tras ver el éxito que un presunto grupo de ayuda a drogadictos que viene de Valle Hermoso y otra que argenta buscar fondos para misiones evangélicas, el reportero cambió de estrategia.
Sin el parche en los ojos, ésta vez enfundado en un uniforme blanco y con una ánfora en mano con la leyenda “Asociación Pro Personas con Problemas Motores”, el panorama le sonrió.
Con la ayuda de otros dos estudiantes, que buscan incursionar en el periodismo, hizo su aparición la falsa asociación, el resultado fue mucho mejor que pidiendo en forma particular.
Luego de probar en el cruce de Cavazos Lerma y Calle sexta, el grupo decidió ir a un sitio menos competido, pero igual de transitado.
El lugar ideal era entonces en el mismo periférico, pero en su cruce con la Calle Tres, ahí, con menos competencia que en la Sexta, bote en mano, fue más sencillo hacerse de recursos para los minusválidos.
“Somos una asociación local, nos dedicamos a ayudar a personas que de verdad necesitan que les echemos la mano, una moneda para ellos es muy útil”, repetía una y otra vez el reportero.
Los frutos se cosecharon muy rápido, de las 10:00 a las 12:00 horas, el bote había acumulado casi 200 pesos entre moneda nacional y dólares.
“Si, y que bueno que son de aquí, porque he visto otros que vienen de Reynosa o de Río Bravo, y pues horita ya no hay ni a quien creerle”, dijo una señora mientras buscaba en su bolsa la moneda de 10 pesos con la que colaboró.

FRENTE AL ISSSTE, EL MEJOR PUNTO

Viendo el éxito con el ánfora fuera de la calle Sexta, el reportero y sus compañeros de misión decidieron moverse a trabajar en la calle Lauro Villar, frente al hospital del ISSSTE.
Ahí, confundidos, tal vez, con personal del nosocomio, comenzaron a pedir dinero poco antes de las 13:00 horas.
La solidaridad de los automovilistas en ese punto sorprendió al grupo, casi todos los que se paraban con la luz roja y eran abordados por los presuntos integrantes de la “Asociación” aportaban algo.
Las ganancias comenzaron a multiplicarse, en la primera hora ya se habían juntado 158 pesos en dos pequeñas ánforas.
Era evidente que por la zona transitan familiares de personas que se encuentran hospitalizadas y que por dicha razón tienen más conciencia de la ayuda y la demostraban con sus donativos.
Sin que nadie cuestionara, cada luz del semáforo dejaba entre 10 y 15 pesos, por lo que tras dos horas en el sitio los botes evidenciaban que las ganancias del día se multiplicarían respecto a los dos anteriores.
Al paso de dos horas y tras el recuento de dos botes, se habían logrado juntar 879 pesos, tan solo en dos horas y entre dos personas.
Demostrado el “negocio” la investigación terminó.

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